Resumen:
El equipo de JWST detectó un objeto ~10.000 veces más débil que Alfa Centauri A con el instrumento MIRI y coronografía.
De confirmarse, sería un hito para la imagen directa y el estudio cercano de sistemas planetarios; no es habitable, pero podría tener lunas interesantes.
Vienen nuevas campañas de observación y el telescopio Nancy Grace Roman podría aportar pruebas complementarias.
La noticia llegó el 7 de agosto: astrónomos usando el Telescopio Espacial James Webb informaron la evidencia más fuerte hasta ahora de un planeta orbitando Alfa Centauri A, la estrella más parecida al Sol y más próxima a la Tierra. El equipo trabajó con MIRI, el instrumento de infrarrojo medio, bloqueando el resplandor de la estrella con un coronógrafo para cazar fuentes extremadamente débiles en las inmediaciones. El resultado —aceptado en The Astrophysical Journal Letters— señala un posible gigante gaseoso a unas dos unidades astronómicas de la estrella. Es una candidata sólida, no un hallazgo cerrado. Y esa cautela importa.
El camino para llegar ahí fue más difícil de lo que suena. Alfa Centauri es un sistema binario brillante: incluso con el coronógrafo, la luz de la compañera Alfa Centauri B se cuela y contamina la imagen. Para jugar con ventaja, el equipo diseñó una secuencia de observación a medida y sustrajo patrones de luz con modelos, hasta revelar un punto —bautizado S1— unas 10.000 veces más tenue que la estrella principal. Las primeras imágenes son de agosto de 2024; dos seguimientos en febrero y abril de 2025 no vieron el objeto, algo compatible con un planeta en órbita elíptica que, en esas fechas, estaba demasiado pegado a la estrella para ser distinguido. El escenario que mejor encaja: un mundo de masa similar a Saturno que oscila entre 1 y 2 UA. Todo ello, todavía bajo el paraguas de “candidato”.
¿Por qué importa? Porque, si se confirma, estaríamos ante el exoplaneta directamente observado más cercano a una estrella tipo Sol y, además, el más próximo a su estrella jamás captado con esta técnica. La cercanía del sistema —apenas 4,3 años luz— lo convierte en un laboratorio incomparable: más fotones, más precisión, más oportunidades de caracterización. El candidato orbita en la zona habitable de Alfa Centauri A, pero es un gigante gaseoso, de modo que no esperamos océanos bajo cielos azules en su superficie. Aun así, es legítimo pensar en la caza de exolunas templadas, si las hubiera: ahí vive la ciencia interesante, sin prometer ciencia ficción.
La historia no termina aquí. El equipo planea volver a mirar cuando la geometría orbital sea más favorable; las simulaciones apuntan a una ventana prometedora el próximo año boreal. En paralelo, el telescopio Nancy Grace Roman —previsto para lanzar como muy tarde en mayo de 2027— podría aportar observaciones en luz visible con un coronógrafo de nueva generación, ideales para complementar los datos del infrarrojo de JWST y afinar tamaño y reflectividad. Lo que salga de esa combinación, junto con campañas desde tierra, dirá si S1 es un planeta de verdad o un espejismo bien documentado. Y, en cualquiera de los dos casos, quedará un método afinado para ir a por los siguientes vecinos.
Opinión: Me gusta la sobriedad del anuncio. Preferible una “posible Saturno” con señales claras y paciencia, a otro titular ruidoso que se desinfla. Si JWST puede jugar en campo difícil —una binaria brillante, órbitas apretadas—, el partido de los mundos cercanos recién empieza.
Fuentes: